Ante situaciones difíciles las relaciones interpersonales pueden verse dañadas. Por ello es común que al tener un hijo con parálisis cerebral la relación de los padres se vea afectada. Un hijo con una enfermedad dependiente requiere tiempo y muchos cuidados, y eso a veces puede parecer no compatible con dedicar tiempo a la relación de pareja.
Manejar las emociones por las que pasan los padres de hijos con parálisis no es una tarea fácil, y cada uno intenta solucionarlo a su manera.
Algunas personas se encierran en sí mismas y no comparten sus preocupaciones con nadie. Al final, eso siempre acaba teniendo consecuencias. Es necesario el apoyo del otro para aprender a convivir juntos y afrontar la situación, acallando los sentimientos solo conseguirá frenar el proceso de adaptación.
Por otro lado, también es importante no alejarse de otros puntos de apoyo, como pueden ser los amigos o familiares. No hay que esperar que sean ellos los que llamen, hay que adelantarse y pedírselo.
Disfrutar de un poco de tiempo libre sin el niño os unirá más a él. Lo importante es que el tiempo que paséis juntos sea de calidad.
En ocasiones los problemas de pareja vienen porque uno de los dos niega en parte la situación, y se escuda en el trabajo como mecanismo de defensa ante una situación difícil. La única manera de evitarlo es que los dos padres se involucren de la misma manera en el cuidado del hijo.
Muchas veces es solo uno de los padres, normalmente la madre, la que cuida del niño y eso puede llevarle a unos niveles de estrés e infelicidad que se reflejan en la vida de pareja. Se ha demostrado que el estrés de las parejas que cuidan de un hijo dependiente se relaciona con un aumento de roturas familiares y divorcios. Contrariamente, las parejas más unidas son las que tienen una actitud más relajada.
La clave está en la confianza y la cohesión con la pareja, así como en disfrutar de momentos de soledad de vez en cuando. Cuando los problemas y las preocupaciones no se solucionan hablando con la pareja, pueden compartirse con otros padres que hayan pasado por procesos similares. Los grupos de apoyo son considerados como una gran fuente de ayuda por muchos padres. También puede tenerse en cuenta la opción de acudir a un terapeuta si se necesita ayuda externa.
Y, por último, la falta de tiempo no puede ser un impedimento a la hora de prestarle menos atención a la pareja. Un niño con parálisis cerebral requiere cuidados constantes, y el miedo a que le pase algo puede impedir delegar en otras personas y, al final, tanto el niño como los padres acaban siendo dependientes el uno del otro. Para combatirlo hay que enseñar al resto de la familia a pasar más ratos con el niño sin la necesidad de que los padres estén presentes. De esa manera, se le proporciona al niño la experiencia de la separación y a los padres sensación de independencia. Durante esos momentos hay que aprovechar para dar paseos, salidas al cine o incluso alguna escapadita romántica.
Referencias
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