Es habitual que los cuidadores de personas con discapacidad puedan sufrir problemas emocionales o de salud mental, debido al agotamiento, la sensación de aislamiento o a la dificultad para desconectar de la situación.
Recomendaciones para la salud emocional
Cuando, además, se trata de un hijo, se mezclan también otros sentimientos: miedos, culpabilidad, sensación de expectativas frustradas, etc.
Estas emociones son normales en las familias con un niño con parálisis cerebral, y no hay que avergonzarse por ello. Por el contrario, es preferible aceptarlas y exteriorizarlas.
Las personas encargadas de la atención a adultos o niños con parálisis cerebral pueden sufrir, en general, dos consecuencias:
- Interdependencia emocional: ocurre cuando cuidador y cuidado sienten una necesidad constante de estar juntos porque creen que nadie más puede otorgar los cuidados requeridos. El cuidador puede llegar a relegar completamente otros aspectos de su vida.
- “Síndrome del cuidador quemado”: es una consecuencia de la interdependencia ya descrita. En este caso, aparece agotamiento y desgaste físico y psicológico a causa del estrés crónico.
Es necesario estar atento a los primeros síntomas para poner remedio cuanto antes, pues, cuando ya han aparecido estos síndromes, es mucho más difícil recuperar un equilibrio emocional.
Señales de alerta
Aunque procures cuidarte, puede ocurrir que acabes padeciendo alguna alteración emocional o psíquica debido a la atención continuada a las necesidades de tu hijo con parálisis cerebral. Es importante que prestes atención a los primeros síntomas para buscar ayuda y atajarlos antes de que se conviertan en un verdadero problema de salud.Las primeras señales de alerta pueden ser:
- Problemas de insomnio, despertarse de madrugada o, por el contrario, una necesidad excesiva de dormir.
- Cansancio continuo o fatiga crónica.
- Necesidad de recurrir continuamente a pastillas para dormir o “tranquilizarse”.
- Consumo excesivo de bebidas con cafeína, alcohol o tabaco.
- Palpitaciones, temblores o molestias digestivas.
- Pérdida de motivación e interés por la vida social, aislamiento.
- Pérdida de apetito o comer compulsivamente.
- Obsesionarse con rutinas repetitivas, como por ejemplo limpiar continuamente.
- Labilidad emocional: cambios frecuentes de humor, enfadarse o llorar con facilidad, etc.
- Estar más “despistado”: dificultad para concentrarse, olvidos, propensión a sufrir pequeños accidentes.
- Dar demasiada importancia a pequeños detalles.
- Tener sentimientos de depresión o nerviosismo.
Cuida tu salud emocional
A menudo olvidamos cuidar el aspecto emocional en nuestra vida. Sin embargo, las consecuencias de no gestionarlo bien pueden ser muy negativas a medio y largo plazo: aparecen la depresión, el estrés y la ansiedad. Y, con ello, una pérdida de calidad de vida para toda la familia. Por esta razón, merece mucho la pena dedicarle atención.
Si pones en práctica los siguientes consejos, ya tendrás un trecho del camino recorrido:
- Descansa lo suficiente: Intenta dormir entre 7 y 8 horas seguidas diariamente. Si no te resulta posible porque tu hijo se despierta o necesita algún cuidado con frecuencia, túrnate con tu pareja o pide ayuda a otros miembros de la familia algunos días por semana.
- No te aísles: Participa en actividades de ocio, mantén contacto con tus amistades y reserva un espacio a la semana para salir, relajarte o pasarlo bien con otras personas.
- Prémiate: A menudo, las personas que cuidan de los demás acaban padeciendo de baja autoestima. Para evitarlo, debes valorar positivamente tus logros, aceptar los errores como algo normal en el proceso y aprender de ellos. Simplemente el estar ahí para tu hijo ya es un éxito diario, y debes incorporar en tu rutina el premiarte por esos pequeños triunfos: busca momentos del día para dedicártelos en exclusiva, cuidarte, hacer algo que te guste o darte un pequeño capricho.
- Pide ayuda: Cuidar de alguien con discapacidad no es tarea de una sola persona, por lo que no debes sentirte mal por pedir ayuda con frecuencia. No intentes abarcar tú todas las tareas, porque es inasumible para una sola persona: apóyate en la familia, en los grupos de apoyo, en instituciones, etc.
- Dedica tiempo en exclusiva a cada uno de tus hijos: Si tienes otros hijos, es fácil que puedan sentirse relegados o incluso celosos por el tiempo que se dedica al hermano con parálisis cerebral. Para evitarlo, debes hablar con ellos a menudo, explicándoles por qué su hermano requiere atenciones especiales. Asimismo, busca momentos para compartir en exclusiva con ellos, hazles sentir también especiales y queridos.